Para los judíos, la sinagoga no era solo el lugar destinado al culto, sino que también servía como tribunal y casa capitular. Ésta tenía dos clases de empleados: unos dedicados al culto y a la instrucción, y otros a asuntos civiles. Ese mismo orden y estructura fue conservado en las primeras iglesias judeocristianas. En relación a ello, el Nuevo Testamento pone su énfasis en que los ministros de las iglesias debían ser los encargados de anunciar y predicar el Evangelio (1Cor.1:17). La figura del sacerdote desaparece (1 Pe. 2:9) y aparecen figuras como los evangelistas, maestros y doctores (Hch. 13:1; 5:32; 1 Cor. 12:28; 14:29; Ef. 4:11) que transmiten la Escritura a la asamblea, la comentan y la estudian. Sumado a ello, se suman los misioneros itinerantes, responsables de la evangelización fuera de la iglesia, que comienzan a viajar de un lugar a otro, comisionados por la Iglesia. Sin embargo; en su propia ausencia, los apóstoles comenzarán a nombrar a líderes, quienes serán los encargados del gobierno de las diferentes iglesias.
“En aquellos días, como creciera el número de los discípulos, hubo murmuración de los griegos contra los hebreos, de que las viudas de aquellos eran desatendidas en la distribución diaria. Entonces los doce convocaron a la multitud de los discípulos, y dijeron: No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra. Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas, y a Nicolás prosélito de Antioquía; a los cuales presentaron ante los apóstoles, quienes, orando, les impusieron las manos. Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los Sacerdotes obedecían a la fe”. Hechos 6:1-7
LA ESTRUCTURA Y LA ORGANIZACIÓN
Pablo y los otros apóstoles reconocieron que el Espíritu Santo les daba a algunas personas cierta capacidad especial de liderazgo (1 Co. 12.28). Así que cuando le daban a algún creyente un título oficial, estaban confirmando lo que el Espíritu Santo ya había hecho. En la iglesia primitiva no había una jerarquía o un centro terrenal, absoluto e infalible de poder. Los cristianos comprendían que Cristo era el centro y fuente de todos sus poderes (Hch. 20:28). También, un ministro implicaba ser un servidor en humildad, antes que dictar órdenes desde una oficina encumbrada sobre otros (cp. Mt. 20:26–28). El Nuevo Testamento habla, si, de ancianos, obispos y presbíteros, aunque lo hace como términos intercambiables, dado que la organización de la iglesia primitiva variaba de lugar en lugar. Por otro lado, lejos de mencionar ancianas u obispas; si se mencionan diáconos y diaconisas como quienes ayudaban a administrar los diferentes asuntos de la iglesia. Examinémoslos brevemente.
Ancianos
Muy temprano en la historia de la iglesia (Hch. 11:30) apareció el cargo de anciano, el cual ha permanecido hasta hoy. Podría quizá llamárselo el puesto básico en la iglesia. Estos ancianos eran hombres escogidos por el Espíritu Santo (Hch. 20:20), sin embargo los apóstoles los nombraban (Hch. 14:13). De este modo el Espíritu Santo obraba por medio de los apóstoles para ordenar líderes masculinos para el ministerio. Siguiendo el molde de la sinagoga judía, los ancianos se estructuraron siguiendo el modelo de colegio y asumían los deberes pastorales y de liderazgo (Heb. 13:7).
Presbíteros y obispos
Es con referencia a las iglesias gentiles, fuera de Palestina, que aparece la figura de los epíscopos u obispos, nombrados también de manera sinónima como presbíteros. Ambos términos referían a inspectores o vigilantes, y eran puestos también por los apóstoles para pastorear y enseñar la palabra (Tit. 1:6-9). Pablo les recordó a los ancianos de Éfeso que eran obispos (Hch. 20:28), y parece que usa los términos anciano y obispo en forma intercambiable. De la misma manera, tanto las iglesias en territorio judío como las gentiles, el modo de gobierno obedece a una estructura plural, en número de dirigentes, y colegial en sus formas.
Diáconos y diaconisas
Los diáconos eran aquellos hombres designados y ungidos para ocuparse de los más necesitados (Hch. 6:1-6; 1 Tim. 3:12). Más tarde, se complicaron sus funciones y pronto se hizo sentir la necesidad de tener diaconisas (Rom. 16:1), especialmente para dedicarse al cuidado las mujeres. Las que se dedicaban primeramente a aquellas funciones eran viudas y su misión se limitaba a instruir a las hermanas más jóvenes, a acompañar en el proceso del bautismo a las recién convertidas, y a visitar en sus casas a las mujeres enfermas y necesitadas de su comunidad.
Eclesiología apostólica
El Señor fue muy claro en la Biblia acerca de la manera en que Él desea que esté dirigida, ordenada y organizada Su iglesia en esta tierra. La Escritura enseña un liderazgo masculino que consiste en una pluralidad de ancianos (obispos / presbíteros), junto con un grupo de diáconos y diaconisas quienes trabajan como siervos de la iglesia. Asimismo, en lo que refiere al liderazgo, una iglesia puede tener muchos ancianos, pero no todos los ancianos son llamados a servir en el ministerio pastoral. Pero, como parte de los ancianos, el pastor o “anciano-maestro” no tiene más autoridad en la toma de decisiones que cualquier otro anciano. Al principio, los seguidores de Jesús no vieron ninguna necesidad de desarrollar un sistema de gobierno de la iglesia. Esperaban que Cristo regresara pronto, así que resolvían los problemas internos conforme surgían, generalmente de manera muy informal. Sin embargo; la estructura, el orden y la organización fue cada vez más necesaria, lo que facilitó y contribuyó al avance de la predicación de la palabra y a un crecimiento sano de la iglesia.
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Fuentes:
1. J. I. Packer y M. C. Tenney, Usos y costumbres de la Biblia, Editorial Grupo Nelson, 1980, pp. 545-546. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
2. E. Backhouse y C. Tyler, Historia de la Iglesia Primitiva, Editorial CLIE, pp 145-161. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
3. Harry R. Boer, Historia de la Iglesia Primitiva, Editorial Unilit, pp. 45-51. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
4. Justo L. González, Historia del Cristianismo, Editorial Mundo Hispano, pp 115-116. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
5. ¿Qué dice la Biblia acerca de la forma de gobierno de la iglesia?, gotquestions.org
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