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Foto del escritorEric Mansilla

La historicidad del Censo del Evangelio de Lucas

Al conmemorar la Navidad, los creyentes no están celebrando simplemente una fecha específica, sino más bien un acontecimiento que marcó un cambio significativo en el curso de la humanidad. A lo largo de varios siglos, Roma operó como una república gobernada por el Senado, conformado por representantes de la élite. En ese periodo, el poder solía residir principalmente en las ciudades, y Roma, como ciudad, había conquistado extensas regiones del mundo conocido. Las comunidades dentro de la República Romana eran pueblos subyugados, sometidos al dominio de un poder extranjero, específicamente, la ciudad de Roma. Sin embargo, los primeros cristianos, incluyendo a Pablo, no consideraban que el tiempo y el lugar del nacimiento de Jesús fueran resultado del azar. Por ello, es importante preguntarnos. ¿Concuerdan los registros históricos con el relato presentado por Lucas, el evangelista? ¿Fue durante el reinado de Julio César o César Augusto cuando Cristo nació? ¿Realmente Jesús de Nazaret nació durante la época del Censo? ¿Cometió un error Lucas al mencionar el Censo de Cirenio?


“La Navidad trata de la venida de Cristo a este mundo. Trata del Hijo de Dios, quien existía desde la eternidad con el Padre, como “el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es” (He. 1:3). Trata del nacimiento virginal de un niño, concebido milagrosamente por el Espíritu Santo, ya que era el Hijo de Dios. Trata de la venida de un hombre llamado Jesús, en quien “toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal” (Col. 2:9). Trata de la llegada del “cumplimiento de los tiempos” que había sido profetizado por los profetas antiguos, que nacería un gobernante en Belén (Mi. 5:2), y cuyo nombre sería Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz (Is. 9:6). Este niño sería el Mesías, el Ungido, el Vástago del tallo de Isaí, el Hijo de David, el Rey (Is. 11:1-4; Zc. 9:9)”. John Piper

Un señor


Aunque Julio César no se menciona en las Escrituras y no vivió durante los períodos narrados en la Biblia, su ambición desencadenó una serie de eventos que transformaron la República Romana en el Imperio Romano. Todo el Nuevo Testamento refleja el trasfondo histórico y cultural del Imperio Romano, desde los tiempos de Julio César hasta sus sucesores. La iglesia del Nuevo Testamento se opuso al culto centrado en el emperador romano, a menudo considerado como una deidad o una cuasi-deidad. La confesión central cristiana, "Jesús es el Señor", contradice el credo central del Imperio Romano, que afirmaba que "César es el Señor".


Divi Filius


Sin embargo, pese a todas sus conquistas y poder, en el 44 a.C., Julio César fue asesinado por un grupo de senadores. No obstante, antes de su muerte, había adoptado y designado a su sobrino nieto Cayo Octavio como su sucesor. En el año 42 a.C., el Senado elevó formalmente a Julio César a la categoría de Divus Iulius ("el divino Julio"). Esto llevó a que su hijo adoptivo, Octavio, fuera conocido como Divi Filius ("hijo del dios") a quién se le otorgó el título de "Augusto", es decir, Venerable. Julio César no es mencionado en el Nuevo Testamento pero sí su sucesor Augusto. De hecho, es así como se menciona en en Lucas 2.


El censo


Aunque Augusto ostentaba el título de "hijo del deificado", fue durante su reinado cuando el verdadero Hijo de Dios nació en la tierra. Cayo Octavio César Augusto, vivió por un período más extenso que todos los descendientes de Julio César, desde el año 63 a.C. hasta el 14 d.C. Lucas nos da algunos detalles históricos para preparar el escenario del nacimiento de Cristo: "Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria" (Lucas 2:1-2).


A Belén


Este decreto resultó en que José regresara a su ciudad ancestral, Belén, llevando consigo a María, quien esperaba el nacimiento de Jesús. Fue en Belén donde Jesús nació, cumpliendo así la profecía de Miqueas 5:2. El censo que César Augusto ordenó es el evento más evidente de la influencia de César Augusto en la historia bíblica. Finalmente, Augusto César murió poco después del nacimiento de Jesús.


Cirenio


Por otra parte, la mención que hace Lucas de Cirenio como gobernador romano de Siria en el momento del censo de César parece ser un problema de índole histórica, ya que la historia registra que Cirenio ocupó ese cargo de gobernador entre el año 6 y el 7 d.C., por lo menos diez años después del nacimiento de Jesús. Sin embargo, es importante considerar que la palabra griega para "primer" en Lucas 2:2 es una forma de la palabra protos y puede traducirse como "antes". Por lo tanto, Lucas 2:2 en realidad podría traducirse así: "Este fue el censo realizado antes de que Cirenio fuera gobernador de Siria". Sin embargo, hay razones para creer que Cirenio en realidad realizó dos censos. El "primer censo" mencionado en Lucas 2:2 pudo haber ocurrido antes del mandato de Cirenio como gobernador, y otro durante su mandato. Las fuentes históricas indican que previo a ser gobernador, Augusto favoreció a Cirenio. Además, Cirenio estuvo en servicio activo del emperador en las inmediaciones de Siria antes y durante el periodo de tiempo que Jesús nació.


Últimas palabras


Es razonable concluir que Cirenio pudo haber sido nombrado por Augusto para emprender un censo durante este periodo de tiempo, y que su ejecución competente puede haberle hecho acreedor de la gobernación y de un censo similar para el censo de 6/7 d.C., mencionado también por Lucas en Hechos 5:37. Los romanos, a pesar de su enorme papel en el cumplimiento de la profecía divina, pasaron por alto la Navidad debido a su idolatría ya que adoraban a sus propios dioses y Jesucristo no encajaba en su sistema de creencias. Dios ha planificado la historia de manera magistral. Lo triste es que el pueblo que debería haber sabido no lo reconoció, mientras que aquellos que no debían saber, los gentiles, fueron los que aparecieron y adoraron. Esto es historia, pero también es la gracia. Aunque Jesús vino primero para los judíos, estos le dieron la espalda, y Él llamó a un pueblo que no era originalmente suyo. Alcanzó a los gentiles, como dice Romanos, e hizo un lugar para nosotros. Desde el principio, vemos el indicio de que, si su propio pueblo no lo alababa, las rocas mismas lo harían. Cuando el Rey llegó, si Su pueblo no iba a adorarlo, Dios se aseguraría de que alguien lo hiciera.


Fuentes:

  1. Got Questions, Julio César, Got Questions Ministries.

  2. Dave Miller, Lucas, Cirenio y el Censo, Apologetics Press., 4 de Mayo de 2008.

  3. Got Questions, Censo de Cirenio, Got Questions Ministries.

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