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Foto del escritorEric Mansilla

El nacimiento de Jesucristo: controversias y certezas


Los primeros cristianos, incluyendo a Pablo, no consideraban que el tiempo y el lugar del nacimiento de Jesús fueran resultado del azar. Por el contrario, veían la mano de Dios trabajando en la preparación del advenimiento de Jesús a través de todos los eventos anteriores a la Navidad y en todas las circunstancias históricas que la rodeaban. Este mismo principio se aplicaba al nacimiento de la iglesia, que surgió como resultado de la obra de Jesús. Dios había allanado el camino para que los discípulos, capacitados por el Espíritu Santo, fueran testigos de Él "en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8).


Aunque la Navidad es celebrada anualmente por muchos, la mayoría carece de comprensión sobre su verdadero significado. A pesar de la extensa promoción mediática de la temporada navideña, la esencia de este evento se ve opacada por la confusión. Para aquellos que tienen una relación con el Señor Jesucristo, la Navidad representa una oportunidad de enfocarse en su nacimiento. No obstante, incluso quienes lo conocen y aman pueden verse envueltos en un frenesí de actividades cercanas a la Navidad, perdiendo de vista su significado práctico. Asimismo, Satanás ha saturado la idea cristiana de la Navidad con excesivos adornos, desviando fácilmente su verdadero significado.


A pesar de ello, históricamente, la Iglesia ha designado este tiempo para conmemorar la Encarnación de Jesucristo. Si los ángeles celebraron con regocijo el nacimiento del Hijo (Lucas 2:14), ¿cuánto más deberíamos hacerlo nosotros, redimidos por la sangre de Aquel que se hizo humano? Estamos celebrando algo de gran relevancia. Juan, el evangelista, nos informa que "el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros" (Juan 1:14). La palabra "habitó" significa literalmente "hizo tabernáculo". Jesucristo estableció su morada en medio de la humanidad. La Navidad nos recuerda la encarnación del Salvador, verdaderamente Dios y verdaderamente hombre.


Nuestro Salvador no es un Dios lejano, observando nuestra aflicción desde la distancia. Más bien, es aquel que se ha acercado a nosotros. Jesucristo comprendió a la perfección lo que significa sufrir y padecer. Es un Dios que se identifica con nosotros. La Navidad gira en torno a la llegada de Cristo a este mundo. Se trata del Hijo de Dios, quien existía eternamente con el Padre como "el resplandor de la gloria de Dios, la imagen misma de su sustancia" (Hebreos 1:3). Se trata del nacimiento virginal de un niño, concebido de manera milagrosa por el Espíritu Santo como el Hijo de Dios, no de manera natural y humana, sino de una manera completamente única y sobrenatural (Lucas 1:35).


Sin embargo, es importante preguntarnos: ¿concuerdan los registros históricos con el relato presentado por Lucas, el evangelista? ¿Fue durante el reinado de Julio César o César Augusto cuando Cristo nació? ¿Realmente Jesús de Nazaret nació durante la época del Censo? ¿Cometió un error Lucas al mencionar el Censo de Cirenio? Por otra parte, en lo referente a la Estrella de Belén, ¿fue realmente un suceso astronómico? De ser así, ¿por qué no hay registros, mientras que sí lo hay del cometa Halley que fue visible en el 11 a. C? Por otro lado, ¿quiénes fueron los Reyes Magos? ¿Fueron reyes, sabios o magos? ¿Cuál es su origen? ¿Cómo supieron de Cristo? ¿Cuál es el verdadero trasfondo de su visita? Además, ¿realmente Jesús nació un 25 de diciembre? ¿Qué relación tiene las famosas Saturnales con el Antiguo Testamento? ¿Existe alguna conexión con los sucesos posteriores al Diluvio? ¿Realmente la Navidad es pagana? ¿Debemos desecharla? ¿Qué ejemplos bíblicos podemos encontrar en la Escritura de personas que efectivamente desecharon la Navidad?


Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo. Gálatas 4:4-7

El judaísmo previo al nacimiento de Cristo


Palestina, la región donde el cristianismo dio sus primeros pasos, ha experimentado a lo largo de la historia numerosos sufrimientos. En la antigüedad, esto se debió principalmente a su posición geográfica, ubicada en la encrucijada de las dos importantes rutas comerciales que conectaban Egipto con Mesopotamia y Arabia con Asia Menor. A lo largo de la historia del Antiguo Testamento, esta estrecha franja de tierra fue objeto de codicia e invasiones, ya sea por parte de Egipto o de los grandes imperios surgidos en Mesopotamia y Persia.


En el siglo IV a.C., con la llegada de Alejandro y sus tropas macedonias, un nuevo actor entró en escena. Sin embargo, para los judíos, el helenismo no fue percibido como una bendición. La culminación de esa lucha fue la rebelión de los Macabeos, quienes se alzaron contra el helenismo con cierto éxito. No obstante, en el año 63 a.C., Pompeyo, un general romano, conquistó la región y derrocó al último de los Macabeos. La política romana, generalmente tolerante hacia la religión y las costumbres de los pueblos conquistados, se encontró con la obstinación de los judíos, que insistían en adorar únicamente a su Dios y se rebelaban ante cualquier amenaza a su fe.


Herodes, en sintonía con el emperador romano, hizo esfuerzos para introducir el helenismo en la región, construyendo templos en honor a Roma y Augusto en Samaria y Cesarea. Sin embargo, cuando intentó colocar un águila de oro sobre la entrada del Templo, los judíos se rebelaron y Herodes tuvo que recurrir a la violencia. Sus sucesores siguieron la misma política helenizadora, erigiendo nuevas ciudades de estilo helenístico y atrayendo a gentiles para que vivieran en ellas.


Estas tensiones provocaron casi ininterrumpidas rebeliones. En medio de luchas y tentaciones, no sorprende que el judaísmo se volviera cada vez más legalista. La esperanza escatológica, la creencia en la intervención divina para restaurar a Israel y cumplir las promesas de un Reino de paz y justicia, fue una nota común en la fe de Israel, sostenida desde los saduceos hasta los zelotes.


El judaísmo helénico


Durante los siglos que precedieron al advenimiento de Jesús, la diáspora judía experimentó un crecimiento significativo. Muchos judíos vivían fuera de Palestina, algunos descendientes de aquellos que habían sido exiliados en Babilonia. En ciudades como Babilonia y en la región de Mesopotamia y Persia, se encontraban fuertes comunidades judías. En el Imperio Romano, los judíos se dispersaron por diversas circunstancias, y las colonias judías en Roma y Alejandría eran numerosas en el siglo I. En casi todas las ciudades del Mediterráneo oriental, había al menos una sinagoga.


En el siglo I, muchos judíos, incluso en Palestina, ya no utilizaban el antiguo idioma hebreo. Mientras que en Palestina y la región oriental se hablaba arameo, los judíos dispersos por el resto del Imperio Romano adoptaron el griego como lengua franca. Después de las conquistas de Alejandro, el griego se convirtió en la lengua dominante en la cuenca oriental del Mediterráneo, utilizada por judíos, egipcios, chipriotas y romanos para comunicarse.


En algunas regiones, como Egipto, los judíos perdieron el uso del hebreo, lo que llevó a la necesidad de traducir las Escrituras al griego, dando origen a la Septuaginta. En este contexto, especialmente en Alejandría, surgió un movimiento judío que buscaba demostrar la compatibilidad entre la cultura helenista y la religión hebrea. Filón de Alejandría, contemporáneo de Jesús, fue un destacado exponente de este movimiento. Filón concibió a Dios como absolutamente trascendente e inmutable, utilizando el término Logos (Verbo o Razón) como intermediario entre Dios y la creación. Este Logos también representaba la razón presente en todo el universo, de la cual participa la mente humana.


Estas ideas propuestas por Filón influyeron en algunos pensadores cristianos posteriores, con sus ventajas y peligros. La dispersión judía, la traducción de la Biblia y los intentos de dialogar con la cultura helenista prepararon el terreno para el advenimiento y la propagación de la fe cristiana.


Cristo el centro del Antiguo Testamento


Es importante recordar que la historia de la Navidad comienza en Génesis con la creación y alcanza su conclusión en Apocalipsis con nuestra redención final. La Navidad no se trata simplemente de un hecho histórico aislado, sino que representa el punto de inflexión donde la humanidad fue tocada por el nacimiento más hermoso de todos los tiempos. En ese momento, la esperanza se encarnó para nosotros, los pecadores.


Al conmemorar la Navidad, los creyentes no están celebrando simplemente una fecha específica, sino más bien un acontecimiento que marcó un cambio significativo en el curso de la humanidad. Esta distinción es crucial, ya que entre los académicos puede haber discrepancias sobre la fecha precisa del nacimiento de Jesús. Sin embargo, existe un consenso unánime entre ellos en reconocer que Cristo, el Mesías prometido, nació.


Cuando abordamos un hecho histórico como el nacimiento de Jesucristo, resulta crucial que los creyentes tengamos conocimiento acerca de las profecías que se cumplieron en este evento. Es relevante destacar que el resto del Nuevo Testamento documenta el cumplimiento de muchas más profecías de las que son mencionadas en los Evangelios.


Dentro del Antiguo Testamento, encontramos numerosas profecías relacionadas con Jesucristo. Algunos estudiosos cuentan cientos de profecías mesiánicas que se cumplen en Él. Estas profecías y su realización forman parte de una extensa lista de evidencias que respaldan la veracidad incontestable de las Escrituras. Además, confirman que Dios está detrás de cada acontecimiento narrado en ellas. Estas profecías no solo revelan un hermoso plan de redención para la humanidad, sino que también subrayan que Dios está siempre presente, actúa con un propósito definido y que nada escapa a su control.


Julio Cesar y César Augusto


Aunque Julio César no se menciona en las Escrituras y no vivió durante los períodos narrados en la Biblia, su ambición desencadenó una serie de eventos que transformaron la República Romana en el Imperio Romano. Todo el Nuevo Testamento refleja el trasfondo histórico y cultural del Imperio Romano, desde los tiempos de Julio César hasta sus sucesores. La iglesia del Nuevo Testamento se opuso al culto centrado en el emperador romano, a menudo considerado como una deidad o una cuasi-deidad. La confesión central cristiana, "Jesús es el Señor", contradice el credo central del Imperio Romano, que afirmaba que "César es el Señor".


En el año 42 a.C., el Senado elevó formalmente a Julio César a la categoría de Divus Iulius ("el divino Julio"). Esto llevó a que su hijo adoptivo, Octavio, fuera conocido como Divi Filius ("hijo del dios"). Julio César no es mencionado en el Nuevo Testamento y vivió antes de los eventos allí narrados, ya que murió en el año 44 a.C. No obstante, su influencia fue significativa en la transición de la República Romana al Imperio Romano, estableciendo un modelo para los emperadores y dictadores subsiguientes. El impacto de Julio César en el mundo romano tuvo repercusiones importantes en la iglesia y en la propagación del evangelio.


A lo largo de varios siglos, Roma operó como una república gobernada por el Senado, conformado por representantes de la élite. En ese periodo, el poder solía residir principalmente en las ciudades, y Roma, como ciudad, había conquistado extensas regiones del mundo conocido. Las comunidades dentro de la República Romana eran pueblos subyugados, sometidos al dominio de un poder extranjero, específicamente, la ciudad de Roma.


Sin embargo, pese a todas sus conquistas y poder, el 15 de marzo del año 44 a.C., Julio César fue asesinado por un grupo de senadores. No obstante, antes de su muerte, había adoptado y designado a su sobrino nieto Cayo Octavio como su sucesor, ya que no tenía hijos legítimos vivos según la ley romana. Casi dos décadas después, en el año 27 a.C., luego de varias guerras civiles, Cayo Octavio logró el poder absoluto, y se le otorgó el título de "Augusto", esto es, Venerable. De hecho, es así como se menciona en la conocida historia del nacimiento: "En aquellos días, Augusto, el emperador de Roma, decretó que se llevara a cabo un censo en todo el Imperio romano" (Lucas 2:1).


La historicidad del Censo


Aunque Augusto ostentaba el título de "hijo del deificado", fue durante su reinado cuando el verdadero Hijo de Dios nació en la tierra. El sobrino nieto de Julio César, Cayo Octavio César Augusto, vivió por un período más extenso que todos los descendientes de Julio César, desde el año 63 a.C. hasta el 14 d.C.


Lucas nos da algunos detalles históricos para preparar el escenario del nacimiento de Cristo: "Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria" (Lucas 2:1-2).


Este decreto resultó en que José regresara a su ciudad ancestral, Belén, llevando consigo a María, quien esperaba el nacimiento de Jesús. Fue en Belén donde Jesús nació, cumpliendo así la profecía de Miqueas: "Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que ha de ser gobernante en Israel. Y sus orígenes son desde tiempos antiguos, desde los días de la eternidad" (Miqueas 5:2). El censo que César Augusto ordenó, obligando a José y María a viajar a Belén, es el evento más evidente de la influencia de César Augusto en la historia bíblica. Augusto César murió poco después del nacimiento de Jesús. Aunque el propio Augusto no reclamó las atribuciones de la deidad, aceptó los títulos divinos como medio de propaganda. Posteriormente, con el desarrollo de la religión romana, el culto al emperador llegó a ser un deber patriótico.


Por otra parte, la mención que hace Lucas de Cirenio como gobernador romano de Siria en el momento del censo de César parece ser un problema de índole histórica, ya que la historia registra que Cirenio ocupó ese cargo de gobernador entre el año 6 y el 7 después de Cristo, por lo menos diez años después del nacimiento de Jesús. Sin embargo, es importante considerar que la palabra griega para "primer" en Lucas 2:2 es una forma de la palabra protos y puede traducirse como "antes". Por lo tanto, Lucas 2:2 en realidad podría traducirse así: "Este fue el censo realizado antes de que Cirenio fuera gobernador de Siria".


Sin embargo, hay razones para creer que Cirenio en realidad realizó dos censos. El "primer censo" mencionado en Lucas 2:2 pudo haber ocurrido antes del mandato de Cirenio como gobernador, y otro durante su mandato. Las fuentes históricas indican que previo a ser gobernador, Augusto favoreció a Cirenio. Además, Cirenio estuvo en servicio activo del emperador en las inmediaciones de Siria antes y durante el periodo de tiempo que Jesús nació. Es razonable concluir que Cirenio pudo haber sido nombrado por Augusto para emprender un censo durante este periodo de tiempo, y que su ejecución competente puede haberle hecho acreedor de la gobernación y de un censo similar para el censo de 6/7 d.C., mencionado también por Lucas en Hechos 5:37.


La estrella de Belén


La estrella de Belén se vincula con el nacimiento de Cristo y la visita de los magos, como se relata en Mateo 2:1-12. Según el texto, la estrella de Belén parece haberse manifestado únicamente a los magos en Oriente, muy probablemente en la región de Persia o el actual Irán. No hay evidencia bíblica de que alguien más haya observado la estrella de Belén. Los magos de Oriente presenciaron un fenómeno celestial, la estrella de Belén, que les indicó el nacimiento del Mesías judío. En Mateo 2:2, los magos se refieren a ella como "su estrella", ya que era una señal personal para ellos de que un rey había nacido. Motivados por la estrella, los magos emprendieron un viaje a Jerusalén, la capital de Israel, considerándola el punto de partida lógico para buscar al Rey de los Judíos, ya que desconocían la profecía de Miqueas sobre Belén.


En Jerusalén, los magos visitaron al rey Herodes, quien pese a no ser étnicamente judío sino edomita, les informó que el nuevo rey de los judíos que buscaban nacería en Belén, no en Jerusalén (Mateo 2:5). Después de salir del palacio de Herodes, la estrella de Belén volvió a aparecer ante ellos. De hecho, la estrella "que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño. Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo" (versículos 9-10). La estrella de Belén, aparentemente móvil, guió a los magos hasta el lugar preciso donde encontrarían a Jesús.


Se han realizado diversos intentos para proporcionar explicaciones científicas a la Estrella de Navidad. Algunos académicos sugieren que esta "estrella" pudo haber sido un cometa, un cuerpo celeste cuya presencia se ha asociado históricamente con eventos significativos, como el nacimiento de reyes. Sin embargo, no hay registros que indiquen la presencia de algún cometa que coincida con la fecha del nacimiento de Jesús. Por ejemplo, el cometa Halley apareció en el año 11 a.C., pero la primera Navidad tuvo lugar entre los años 5 y 7 a.C.


Otras teorías proponen que la Estrella de Belén fue el resultado de la conjunción de planetas que ocurrió en esa noche. Dado que los planetas orbitan alrededor del sol a diferentes distancias y velocidades, a veces parecen acercarse entre sí. El científico Johannes Kepler (1571-1630) respaldó esta posibilidad. Sin embargo, la alineación de múltiples planetas no se vería como una sola fuente de luz, como se describe en las Escrituras. Además, las alineaciones planetarias son relativamente comunes y no tan raras. Sabemos que hubo una alineación de Júpiter y Saturno en el año 6 a.C., e incluso una alineación más cercana en el año 66 a.C., pero es mucho antes de la fecha en cuestión.


Finalmente, se ha sugerido la posibilidad de que la Estrella de Navidad fuera el resultado de la explosión de una estrella, conocida como supernova. Muchas estrellas son inestables y, al explotar, emiten un resplandor intenso. Sin embargo, no hay informes científicos que respalden la existencia de una supernova en el año del nacimiento de Jesús.


La "estrella de Belén" es mencionada en la narrativa bíblica como el signo celestial que guió a los magos hacia el lugar del nacimiento de Jesús. La palabra griega traducida como "estrella" en este contexto es "aster", que se utiliza comúnmente para referirse a un cuerpo celeste o estrella. Esta palabra se utiliza en varias ocasiones en el Nuevo Testamento y, en la mayoría de los casos, se refiere a un objeto celeste. En el caso de la estrella de Belén, la narrativa bíblica sugiere que no fue un fenómeno estelar natural convencional. Hay indicios que respaldan esta idea.


Primero, el hecho de que la estrella solo se apareció a los magos indica que no era una estrella común. Además, los cuerpos celestes suelen moverse de este a oeste, pero la estrella de Belén guió a los magos desde Jerusalén hacia el sur hasta Belén. Esto es un comportamiento atípico para un fenómeno estelar natural. Además, la estrella se detuvo directamente sobre el lugar donde se encontraban José y María, lo cual no puede explicarse mediante un fenómeno estelar convencional. Dado que la narrativa sugiere que la estrella de Belén fue un signo divino específico para los magos, muchos creyentes interpretan este evento como un milagro o un acto sobrenatural en lugar de un fenómeno estelar natural.


La explicación de la Estrella de Belén va más allá de las posibles interpretaciones naturales o científicas. De acuerdo con la narrativa bíblica en Números 24:17 y Mateo 2:1-12, la Estrella de Belén no puede ser completamente explicada por fenómenos naturales o científicos. Se considera más bien como una señal temporal y sobrenatural, posiblemente una manifestación de la Gloria Shekinah, que representa la presencia visible del Señor. La Shekinah se había manifestado anteriormente, como en la columna de nube y fuego que guiaba a los israelitas en el Éxodo. Además, se relaciona con el ministerio de Cristo en el Nuevo Testamento.


Tanto un ángel como la Shekinah podrían encajar en la explicación de la Estrella de Belén, ya que ambas son manifestaciones de la presencia divina y han sido utilizadas por Dios para guiar a su pueblo en el pasado. La narrativa de la Estrella de Belén destaca que Dios usó una señal milagrosa para anunciar el advenimiento de su Hijo al mundo. La presencia de esta luz especial, ya sea como la Shekinah o mediante un ángel, sirvió como una manifestación visible de la majestuosidad divina. La primera Navidad fue un tiempo de milagros, y la Estrella de Belén fue parte de este misterio divino. La invitación a seguir la luz hacia el Mesías continúa siendo relevante en la actualidad, representando un llamado divino para aquellos que tienen ojos para ver y contemplar la gloria de Dios.


Los magos y hacedores de reyes de Oriente


La palabra griega "magoi" (μάγοι) se traduce como "magos" en las versiones RVR60, LBLA y RVA, mientras que en las versiones RVC y NVI utilizan la palabra "sabios". Originalmente, la palabra se refiere generalmente a una clase de hombres persas y sabios, y posiblemente sacerdotes, que eran intérpretes de señales especiales, especialmente en astrología. La elección de traducción puede variar según la interpretación y enfoque teológico de cada versión de la Biblia. La palabra "mago" se ha asociado históricamente con las figuras de los sabios de Oriente que visitaron a Jesús en el relato bíblico de la natividad.


Estos "magos" son a menudo considerados como astrólogos o estudiosos que interpretaron signos celestiales para encontrar al Mesías. Por otro lado, la palabra "sabios" busca transmitir la idea de eruditos o personas con conocimientos profundos. En última instancia, ambas traducciones buscan transmitir el papel de estos personajes como estudiosos o sabios que reconocieron la importancia del nacimiento de Jesús mediante signos celestiales. Por ello, la elección entre "magos" y "sabios" puede depender de la preferencia y enfoque teológico de los traductores de cada versión.


Lo único que conocemos acerca de estos sabios es lo que se menciona en el relato de Mateo. Estamos extremadamente limitados en información específica sobre ellos. Según Mateo, unos magos vinieron del oriente a Jerusalén. No se nos proporcionan nombres ni detalles adicionales. Sin embargo, al examinar el contexto histórico, podemos descubrir algunos datos fascinantes.


Parte de esta información se encuentra en el Antiguo Testamento, especialmente en libros como Daniel, que menciona a magos o sabios en varios textos. Además, escritores como Heródoto y otros historiadores también hacen referencia a este grupo. En esencia, estos magos eran miembros de un grupo sacerdotal oriental que descendía de una tribu originalmente asociada con los medos. Es relevante recordar que en la historia mundial hubo cuatro imperios principales. El primero fue el Imperio Babilónico, seguido por el Imperio Medo-Persa, que surgió a partir de la unión de medos y persas. Grecia fue el tercer gran imperio, mientras que el cuarto fue el Imperio Romano. Durante la existencia del Imperio Babilónico, los medos y persas coexistían. La historia de este grupo, de hecho, se remonta a tiempos antiguos, y algunos incluso rastrean sus orígenes hasta el tiempo de Abraham, cuando fue llamado desde Ur de los Caldeos (Génesis 12). Estos magos estuvieron presentes en el Imperio Babilónico, el Imperio Medo Persa, perduraron durante el Imperio Griego y continuaron existiendo en el Imperio Romano durante el nacimiento de Cristo.


Los magos eran una línea sacerdotal, una tribu sacerdotal entre los medos, un pueblo antiguo y numeroso. Destacaban en áreas como la astronomía y la astrología, mostrando un profundo interés en estos campos. Sin embargo, su participación en la astronomía y la astrología era solo una parte de su involucramiento. También practicaban el ocultismo, realizando procesos de adivinación y participando en actividades que podríamos asociar con la hechicería. A lo largo de la historia, la palabra "magos" ha sido corrompida hasta llegar a significar algo similar a "hechiceros".


Los magos, en su origen, desarrollaron un interés en la astronomía y la astrología, incluido el estudio de las estrellas. En esa época, la distinción entre superstición y ciencia no estaba tan clara como lo está hoy en día. Durante el tiempo del Imperio Babilónico, estos magos residían en la región de Babilonia, lo que los expuso significativamente a la influencia de los judíos. En ese contexto, entraron en contacto con los judíos que habían sido llevados cautivos, y específicamente con un judío llamado Daniel, quien ocupó una posición destacada en el Imperio Babilónico. Al estar en contacto con la diáspora judía en Babilonia, los magos se familiarizaron con el ritualismo, el sistema de sacrificios y las profecías judías sobre el Mesías, estando conscientes del plan profético judío para el Mesías que vendría. En esencia, estos eran los magos.


En adición, según el antiguo historiador Heródoto, los magos formaban una tribu sacerdotal hereditaria, similar a los levitas en Israel. Su importancia se extendió a lo largo del tiempo en los diferentes imperios. Mantuvieron un lugar destacado en el oriente hasta bien llegado y extendido el Imperio Romano. Los magos eran tan poderosos que según los historiadores, ningún persa podía ascender al trono sin cumplir con dos requisitos. Primero, debía dominar la disciplina científica y religiosa de los magos. Segundo, necesitaba ser aprobado y coronado por ellos. Incluso, en Esther 1:13 se sugiere que los jueces eran seleccionados del grupo de los magos. Durante los tiempos de Babilonia y Medo Persia, los magos tenían un control significativo sobre el mundo conocido. Eran responsables no solo de establecer el patrón para cada monarca de la época, sino también de designar jueces para evitar el despotismo asociado con la monarquía. Eran expertos en astronomía, matemáticas, historia natural, agricultura y arquitectura, y desempeñaban un papel crucial en la formación y preparación de los reyes. Su influencia era tan profunda que nadie gobernaba sin su aprobación.


Además, los magos eran reconocidos por su habilidad para interpretar sueños. El libro de Daniel relata que Nabucodonosor tuvo un sueño inusual que ninguno de sus sabios pudo interpretar, excepto Daniel. Este evento, registrado en Daniel 5:11, fue orquestado por Dios para establecer el escenario en Mateo capítulo dos, cientos de años antes del nacimiento de Jesús. Dios estaba preparando el terreno para que un destacado profeta hebreo liderara a un grupo conocido como los magos, de manera que, eventualmente, cuando un niño naciera en Belén, algunos de los descendientes de esos magos pudieran llegar al lugar donde estaba el bebé de linaje real, mesiánico y divino. Este cuidadoso plan se desarrolló a lo largo de la historia.


De manera asombrosa, Dios guió a algunos magos que buscaban la verdad a que permanecieran firmes en la espera. Aunque la mayoría de ellos podrían haberse desviado, un pequeño grupo estaba genuinamente esperando al Mesías. Gracias a la influencia de Daniel, algunos de estos magos o sabios había desarrollado una religión, sin duda sincrética, pero sorprendentemente similar al judaísmo. Compartían la creencia en un solo Dios, practicaban un sacerdocio hereditario, y también creían en la revelación sobrenatural y en la profecía. Estas similitudes hacían que el judaísmo fuera fácilmente aceptable para ellos.


A pesar de todo, debemos considerar una última cosa. Es muy probable que la travesía de estos magos estuviera motivada, a su vez, por cuestiones políticas. No debemos olvidar que el Imperio Parto, la patria de los magos, era el enemigo principal del Imperio Romano. Roma, a pesar de todo su poder, sentía miedo y ansiedad por los partos. Mateo 2:3 dice: “Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.” Cuando él oyó que los magos partos que venían del Oriente, que eran los que establecían a los reyes, venían a adorar al nuevo Rey, Herodes fue sacudido. En el fondo, los partos querían pelear contra Roma y derrotar a Roma. Pero últimamente los partos no habían tenido buenos reyes. Los magos estaban buscando un nuevo rey, un nuevo rey Oriental. Un nuevo rey del Imperio que pudiera ir contra Roma. Y cuando llegaron a Jerusalén, Herodes entendió lo que estaba pasando. Los magos eran los que producían y establecían los reyes. Y cuando andaban por la ciudad diciendo “¿dónde está este nuevo rey de los judíos?”, Herodes entró en pánico.



No obstante, al llegar, y entendiendo la opresión romana en dicha tierra, esperaban que el pueblo de Israel compartiera su entusiasmo por el nacimiento del nuevo Rey, pero se encontraron con que Israel estaba cegado por la incredulidad. De manera sorprendente, el primer grupo de personas en el mundo que reconoció la llegada del Rey fueron gentiles y extranjeros, y no los mismos judíos. A los suyos fue, pero los suyos no lo recibieron.


El problema de la fecha


La fecha del 25 de diciembre como el nacimiento real de Cristo es cuestionada por la mayoría de los estudiosos, ya que carece de respaldo bíblico y presenta fuertes argumentos en su contra. La fecha ha generado dudas sobre su autenticidad, siendo una elección probablemente influenciada por la festividad pagana de Saturnalia, un festival romano dedicado a su dios Saturno que se celebraba del 17 al 23 de diciembre.


Sin embargo, es interesante notar que Saturno es el equivalente romano del dios griego "Cronos" o "Kronos", y estas referencias nos llevan a Grecia e, ineludible, a personajes bíblicos. Los académicos concuerdan que Javán, nieto de Noé, es el antepasado de los habitantes de Grecia, y muchos nombres asociados a los hijos de Javán continúan incluso hasta hoy en la geografía mediterránea actual. Hay razones para creer que la festividad de Saturnalia podría haberse originado a partir de una distorsión de la historia bíblica, ya que Kronos (Κρόνος) es una posible variante de Kittim (Κίτιοι), hijo de Javán, hijo de Jafet, hijo de Noe (Génesis 10:1-25; 1 Crónicas 1:5-23).


La tierra de Grecia fue habitada por los jonios, es decir, los descendientes del nieto de Noé, Javán. De hecho, el nombre hebreo para Grecia sigue siendo Javán. Él tuvo cuatro hijos:


  1. Elisa: o Eliseo o Eliseos era el antiguo nombre para la tribu griega llamada ahora como los Aeolinanos. Muchos de los personajes de la mitología griega están basados en figuras históricas reales que fueron elevadas al estatus de semidioses. Un ejemplo de ellos es “Hellen”, el supuesto patriarca mitológico y dios de los Aeolinanos (o Eliseos). Hellen probablemente es una variante de Elisa (Elishah). Los eruditos a menudo han identificado a Eliseo con chipriotas, como en la antigüedad la isla de Chipre o parte de ella se conocía como Alashiya.

  2. Tarsis: en Grecia y los alrededores, estos nombres continúan siendo parte del territorio. Muchos de los nombres de los hijos de Javán y sus variantes se conservan en los nombres de ciudades e islas y en otros elementos de la geografía. Pablo, el autor bíblico venía de “Tarso”, una variante de Tarsis.

  3. Dodanim: por lo general, se le asocia con la gente de la isla de Rodas. El sufijo "-im" es un sufijo plural en hebreo y el nombre puede referirse a los habitantes de Rodas. De hecho, en los manuscritos hebreos tradicionales figuran como Dodanim o Rodanim.

  4. Kittim: Quitim, Ketiaoi, Ketioi, o Cethimus, según Flavio Josefo. La compilación rabínica medieval Yosipón contiene un detallado relato de los Kittim, a quienes emparenta como ancestros de los romanos, como adoradores de Juno Saturno. Así es que puede que tenga sentido que Cronos o Kronos, una posible variante de Kittem, pudiera haber sido realmente un personaje histórico y bisnieto de Noe, aunque elevado posteriormente a un estatus de semidiós por la mitología griega posterior. Considerando que Noé y sus primeros descendientes hayan tenido vidas muy longevas, debería ser obvio por qué hayan sido elevados a una categoría semidivina muchos de estos ancestros.


Sin embargo, los descendientes de Noe no solo experimentaron vidas longevas, sino que también eran percibidos como las personas más ancianas de las que se tenía registro, dando la impresión de ser figuras divinas o semidivinas que iniciaron la civilización. Aunque ahora comprendemos que esto se debió al diluvio, la verdadera narrativa fue prontamente modificada para adaptarse a las creencias paganas y regionales. Así, resulta intrigante cómo este festival pagano de la Saturnalia pudo haber surgido como producto de una interpretación distorsionada de un personaje bíblico y su historia previa.


Por otro lado, y volviendo a la era romana, a diferencia de la Pascua, que se consolidó como una festividad cristiana mucho antes, no se encuentra ninguna referencia a celebraciones del nacimiento de Jesús por parte de los primeros líderes de la iglesia. Escritores cristianos como Ireneo (130-200) y Tertuliano (160-225) no hacen mención alguna de una festividad en honor al nacimiento de Cristo, e incluso Orígenes (165-264) se mofa de las celebraciones romanas de cumpleaños como prácticas paganas. Además, en los primeros siglos de la iglesia, ninguno de los padres de la iglesia hace referencia a una supuesta conexión entre la Navidad y Saturnalia o Sol Invictus. No obstante, esto no implica que no hubiera interés en determinar la fecha del nacimiento de Cristo. A finales del siglo II, surgió un considerable interés en establecer la fecha del nacimiento de Jesús, y Clemente de Alejandría (150-215) mencionó diversas propuestas, aunque ninguna de ellas señalaba el 25 de diciembre.


Alrededor del año 220 d.C., empero, Sexto Julio Africano, un autor cristiano primitivo, propuso que Jesús fue concebido el 25 de marzo. Además, en el siglo III, Hipólito de Roma afirmó: "El primer advenimiento de nuestro Señor en la carne, cuando nació en Belén, fue el 25 de diciembre, miércoles". De acuerdo con esta perspectiva, Jesús habría nacido aproximadamente nueve meses después, alrededor del 25 de diciembre. Otros seguidores cristianos han desarrollado argumentos para vincular el mes de diciembre con la celebración de la Navidad. Agustín, por ejemplo, alrededor del 400 d.C., indicaría que los donatistas celebraban Navidad el 25 de diciembre. En última instancia, la fecha exacta del nacimiento de Jesús seguía siendo incierta.


Sin embargo, con el paso de los siglos, la aceptación del 25 de diciembre como la fecha de nacimiento de Jesús iba en aumento. Tal es así que, recién en el siglo XII, el obispo ortodoxo siríaco Dionysius bar-Salibi afirmó que la Navidad se estableció en el 25 de diciembre para corresponder con la fiesta de Sol Invictus. Antes, no hubo sugerencia alguna de que el nacimiento de Jesús fue establecido en una fecha de fiesta pagana. A pesar de ello, existen personas que sostienen que su nacimiento tuvo lugar en otra estación, posiblemente en otoño. Los defensores de esta teoría argumentan que los inviernos en Judea eran demasiado fríos para que los pastores vigilaran sus rebaños por la noche. No obstante, la historia contradice esta afirmación, ya que existen pruebas históricas de que los corderos sin mancha destinados al sacrificio en el templo se cuidaban en los campos cercanos a Belén durante los meses de invierno. A pesar de ello, a día de hoy, resulta imposible demostrar con certeza si Jesús nació o no el 25 de diciembre. En última instancia, este detalle carece de relevancia.


La realidad es que desconocemos la fecha precisa del nacimiento de nuestro Salvador. Incluso el año exacto carece de certeza, aunque los estudiosos sugieren que podría haber ocurrido entre el 6 a.C. y el 4 a.C. Es evidente que, si Dios hubiera considerado crucial que conociéramos la fecha exacta del nacimiento del Salvador, la habría revelado en Su Palabra. Aunque el Evangelio de Lucas proporciona detalles específicos sobre el evento, la fecha exacta no reviste importancia alguna, y quizá por ello, Dios optó por no mencionarla.


En ocasiones, la Iglesia ha fallado en la temporada navideña al centrarse únicamente en el nacimiento de Cristo sin abordar el propósito de Su venida. No es relevante en lo más mínimo que la Navidad coincida, o casi coincida, con una festividad pagana. No hay nada intrínsecamente malo en celebrar una festividad cristiana al mismo tiempo que lo hacen los paganos. ¿Se abstienen los cristianos de asistir a la Iglesia, orar, leer la Biblia, o participar de la Santa Cena si ese día coincide con una festividad pagana como Carnaval, el día de la Pachamama, el Año Nuevo Chino, o Halloween? Definitivamente no. Durante Halloween, por ejemplo, algunos asisten a la iglesia y conmemoran el Día de la Reforma, destacando lo que hizo Martín Lutero. Además, para complicar aún más el asunto, muchos argumentan que la celebración de la Pascua tiene sus raíces en otras antiguas festividades paganas, pero incluso si el momento se acerca a estas festividades primaverales norteñas, lo recordamos porque la Resurrección de Cristo tuvo lugar efectivamente en esa época.


Navidad y paganismo


Hemos visto que la elección de esta fecha pudo haber comenzado a establecerse por algunos cristianos de renombre a partir del siglo II. En los primeros tiempos, muchas culturas adoraban al sol, ya que dependían del ciclo anual del sol en los cielos. La celebración de festividades durante el solsticio de invierno (mediados de diciembre), cuando los días eran más cortos, era común. La construcción de hogueras buscaba fortalecer y revivir al dios del sol. El alargamiento de los días generaba gran júbilo.


Sí, hay razones para creer que la iglesia de Roma decidió celebrar el nacimiento de Cristo durante el solsticio de invierno, intentando cristianizar y disminuir las festividades paganas populares, colmadas de excesos de todo tipo. Sin embargo, no lograron eliminar las celebraciones paganas del todo, resultando en una mezcla sincrética peculiar de elementos paganos y cristianos que caracterizan la actual celebración de la Navidad.


Ejemplos del festival de Saturnalia de los romanos, marcado por el intercambio de regalos (diciembre 17-24), influyeron en la costumbre de dar regalos en la Navidad actual. La corona siempre verde proviene también de Saturnalia, donde los hogares eran decorados con ramas perennes. Los druidas ingleses utilizaban muérdago sagrado en sus ceremonias y decoraban sus casas con él. La tradición del árbol de Navidad se atribuye a Bonifacio, un misionero inglés en Alemania en el siglo VIII, quien supuestamente reemplazó los sacrificios al roble nórdico sagrado de Odín con un abeto adornado en honor a Cristo. Algunos afirman incluso que Martín Lutero introdujo el árbol de Navidad iluminado con velas. Lo mismo podemos decir de San Nicolás, un obispo en Asia Menor en el siglo IV conocido por su generosidad. Más tarde, se le asoció con la entrega de regalos en la época de fin de año y fue adoptado en los Países Bajos como el santo patrón de los niños.


Desechar la Navidad no es algo nuevo


A la luz de lo anterior, es comprensible y muy triste que en la actualidad la celebración de la Navidad sea rechazada cada vez más por los cristianos. Sin embargo, sumado a los creyentes, la Navidad continua siendo pasada por alto por quienes todavía no han sido alcanzados por el Evangelio. Hemos visto que la simplicidad del nacimiento de Cristo se ve ahogada entre una multitud de tradiciones, muchas de ellas de origen pagano. Y es comprensible y respetable que algunos cristianos decidan abstenerse de manera no dogmática, por motivos de conciencia. No obstante, esto, bíblicamente hablando, no es nuevo. Al igual que hoy, cuando Jesús nació en Belén, la mayoría de los habitantes de esa época no se percataron de este evento significativo.


En Lucas 2:7, por ejemplo, se relata que María dio a luz a Jesús y lo colocó en un pesebre, ya que no había espacio disponible para ellos en la posada. El primer individuo que pasó por alto la Navidad, podemos ver, fue el posadero, quien no pudo brindar alojamiento a María y José. Parece que mostró indiferencia hacia su situación, ya que no hay indicación en las Escrituras de que haya ofrecido su ayuda. A pesar de que la gente de Oriente Medio suele ser hospitalaria, amable y atenta, en este caso, tampoco se menciona que otras personas de la posada hayan ofrecido para evitar que una mujer tenga que dar a luz sola. ¿Dónde estaban las parteras? No estaban. Lucas relata que María luego de dar a luz a su hijo primogénito ella misma "lo envolvió en pañales".


Por otra parte, el Rey Herodes, el gobernante de Israel, también pasó por alto la Navidad debido a su miedo celoso. Temía que alguien más ocupara su trono y, por lo tanto, se sintió perturbado al enterarse del nacimiento de Jesús, el llamado Rey de los judíos. Los sumos sacerdotes y escribas, quienes estaban al tanto de la profecía de Miqueas sobre el lugar de nacimiento del Mesías, también se perdieron la Navidad debido a su indiferencia, tradición y ritualismo legalista. A pesar de tener la información, no sentían la necesidad de un Mesías y se consideraban moralmente superiores.


Los romanos, a pesar de su enorme papel en el cumplimiento de la profecía divina, también pasaron por alto la Navidad debido a su idolatría. Adoraban a sus propios dioses, y Jesucristo y la cosmovisión monoteísta judía no encajaba en su sistema de creencias. Finalmente, la gente de Nazaret, a pesar de estar físicamente cerca de Jesús durante treinta años, también se perdió la Navidad debido a un exceso de familiaridad. Con el paso de los años, conocían a Jesús simplemente como el hijo de José y no lo consideraban especial sino un niño común y corriente.


La gente actual sigue pasando por alto la Navidad al estar preocupada por el mundo y sus distracciones. Incluso, muchos de ellos pueden ser los mismos cristianos. Al igual que el posadero, Herodes, los romanos, los religiosos y los naturales de Nazaret, muchos al día de hoy desconocen quién es Cristo y por qué vino. Es lamentable que muchas personas vivan sus vidas de esta manera y al final, despierten a la eternidad sin conocer a Dios.


Últimas palabras


Dios ha planificado la historia de manera magistral. Lo triste es que el pueblo que debería haber sabido no lo reconoció, mientras que aquellos que no debían saber fueron los que aparecieron y adoraron. Esto es historia, pero también es la gracia. Aunque Jesús vino primero para los judíos, estos le dieron la espalda, y Él llamó a un pueblo que no era originalmente suyo. Alcanzó a los gentiles, como dice Romanos, e hizo un lugar para nosotros. Desde el principio, vemos el indicio de que, si su propio pueblo no lo alababa, las rocas mismas lo harían. Cuando el Rey llegó, si Su pueblo no iba a adorarlo, Dios se aseguraría de que alguien lo hiciera.


El hecho es que Jesús nació, vino al mundo para expiar nuestros pecados, resucitó a la vida eterna y está vivo hoy. Esto es lo que debemos celebrar, como se nos dice en el Antiguo Testamento en pasajes como Zacarías 2:10: "Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho el Señor". Además, el ángel que anunció el nacimiento a los pastores trajo "nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo" (Lucas 2:10). Sin duda, aquí hay motivo de celebración todos los días, no solo una vez al año.


Sin embargo, es importante recordar que hay diversas formas de perder el significado de la Navidad: la preocupación ignorante, el ritualismo, el dogmatismo de cuestiones secundarias y terciarias, la idolatría y la familiaridad excesiva. Sin embargo, detrás de todas estas razones subyace la incredulidad. Muchas personas simplemente se niegan a creer en Jesucristo. El apóstol Juan expresó: "Él estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de Él; pero el mundo no le conoció. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:10-12).


Al conmemorar la Navidad, los creyentes no celebramos una fecha específica, ya que nadie sabe con certeza cuándo nació Jesucristo. Sin embargo, es interesante notar que, a pesar de la posible conexión o no con el paganismo, algunos de los primeros teólogos identificaban diciembre como la fecha probable del nacimiento de Jesucristo. Dado que algunos de estos primeros teólogos eran discípulos de los seguidores directos de los apóstoles, este dato aporta un elemento intrigante a la discusión. Aún así, la esencia de la celebración va más allá de la fecha exacta y se centra en el evento transformador del nacimiento de Jesús. Es ciertamente sabio centrarse en la celebración del evento en lugar de debatir sobre la fecha exacta. La esencia de la celebración de la Navidad radica en la encarnación, en el hecho de que Jesús se hizo hombre para representarnos, redimirnos y rescatar a un pueblo para sí mismo. Este enfoque en el significado profundo de la encarnación proporciona una base sólida para la celebración y la reflexión durante la temporada navideña.


La Navidad es un hermosa oportunidad para recordarnos la centralidad del mensaje cristiano. Es mi oración que así sea, y que la cita de 1 Timoteo 1:15 subraye en nuestras vidas la razón fundamental de la venida de Cristo al mundo: salvar a los pecadores. Además, como diría C. S. Lewis: “El Hijo de Dios se hizo hombre para que los hombres pudieran hacerse hijos de Dios”. Esta comprensión profunda y transformadora debería ser el motivo más importante de alegría y celebración en la temporada navideña.


¡Feliz navidad y bendecido 2024!

E.M.


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Fuentes:


  1. John Piper, Cuál es el proposito de la navidad, 9 Marks, 23 de Diciembre de 2021.

  2. Got Questions, Augusto César, Got Questions Ministries.

  3. Alfonso Ropero Berzosa, Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia, CLIE, pág. 1300-01, 1567-68, 2068. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ

  4. Got Questions, Julio César, Got Questions Ministries.

  5. Dave Miller, Lucas, Cirenio y el Censo, Apologetics Press., 4 de Mayo de 2008.

  6. Got Questions, Censo de Cirenio, Got Questions Ministries.

  7. Don DeYoung, ¿Qué fue la Estrella de Belén?, Respuestas en Génesis.

  8. Got Questions, ¿Qué era la estrella de Belén?, Got Questions Ministries.

  9. Josh y Sean McDowell, Evidencia que demanda un veredicto, Editorial Mundo Hispano, 2018, pp. 235-265. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ 

  10. Got Questions, ¿Qué dice la Biblia sobre los tres reyes magos?, Got Questions Ministries.

  11. John MacArthur, ¿Quiénes fueron los magos?, Gracia a Vosotros, 5 de Febrero de 1978.

  12. Got Questions, ¿Nació Jesús el 25 de diciembre?, Got Questions Ministries.

  13. Kevin Deyoung, ¿Es la Navidad una estafa pagana?, Coalición por el Evangelio, 18 de Diciembre de 2020.

  14. Got Questions, ¿Es la Navidad una fiesta pagana?, Got Questions Ministries.

  15. Got Questions, ¿Deben los cristianos celebrar la Navidad?, Got Questions Ministries.

  16. John MacArthur, Seis formas que Satanás usa para robar la Navidad, Gracia a Vosotros, 21 Diciembre de 2009.

  17. Emanuel Elizondo, Centra tu navidad en Cristo, Coalición por el Evangelio, 20 de Diciembre de 2019.

  18. Nimrod López, ¿Cuáles son las profecías cumplidas en Navidad?, Coalición por el Evangelio, 25 de Diciembre de 2020.

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