La gente en el tiempo de Jesús tenía varias opiniones acerca de quién era Él. No ha cambiado mucho en nuestros días. Si le preguntara a un número de gente en la calle, ¿quién es Jesús?, probablemente recibiría un número de diferentes respuestas. Algunos podrían decir que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios, Dios mismo hecho carne. Pero otros probablemente lo identificarían como un gran maestro de moral o profeta, o tal vez como un hombre que realizó milagros. Algunos argumentarían lo contrario, que fue un mentiroso o un loco.
Sin embargo, Jesús no nos dejó la opción de especular sobre su identidad. Jesús afirmó ser Dios. Jesús fue claro en Su declaración y esa declaración lleva a una de tres posibilidades:
“Cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Y ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; y otros, Elías; pero otros Jeremías o uno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Mateo 16:13-17
El Trilema
La pregunta que Jesús le hizo a Pedro, “¿quién decís que soy yo?” es la pregunta más importante que una persona pueda responder.
El Trilema de C.S. Lewis es el argumento más importante dentro de la apologética cristiana que pretende demostrar la divinidad de Jesucristo; y procede de los dichos de Jesús, ya sea implícitos o explícitos, de que Él era Dios. Jesús fue claro en las declaraciones sobre su divinidad, y esas declaraciones llevan hacia solo una de tres posibilidades:
1. Jesús sabía que no era el Hijo de Dios, pero estaba dispuesto a mentir. Esto no sólo le haría un mentiroso, sino un hombre muy malvado porque estaba intencionalmente guiando mal a la gente, muchos que sufrirían y morirían por creerle.
2. Jesús sinceramente creía que era el Hijo de Dios, pero Él mismo estaba engañado, tanto así que estaba dispuesto a morir por esto. Esto pondría a Jesús en la categoría de un lunático.
3. Jesús era quien decía ser: el Hijo de Dios viviente, Dios mismo hecho carne.
Jesús no nos dejó otras opciones. No podemos llamarlo solamente un buen hombre, porque un buen hombre no guiaría mal a la gente diciendo ser alguien que no es. No podemos llamarlo sólo un buen maestro, porque un buen maestro no enseñaría algo que no es verdad. Y si Jesús estaba engañando a la gente, ya sea intencionalmente, o porque Él mismo estaba engañado por ser un lunático, entonces no podemos concluir que Su poder para realizar milagros era de Dios. Sería más razonable asumir que el poder había venido de Satanás.
No fue Constantino
En la novela de ficción histórica, El código Da Vinci, Dan Brown escribe que Constantino transformó a Jesús en una deidad en el Concilio de Nicea del 325 d.C.
No obstante; las evidencias históricas dicen algo diferente. La divinidad de Cristo se encuentra ya establecida en los documentos del Nuevo Testamento, que se redactaron en el primer siglo, solo décadas después de los acontecimientos de Jesús, precediendo, así, al Concilio de Nicea en más de dos siglos. A pesar de que el Nuevo Testamento fue escrito por diferentes personas, un tema inconfundible que comparten es que Cristo es Dios. Lo mismo es sostenido también por los Padres de la Iglesia, quienes fueron discípulos de los apóstoles, los testigos oculares de Cristo. Lo mismo encontramos también en documentos seculares romanos extra bíblicos como los de Plinio el Joven, Celso o Luciano de Samosata, quienes escribieron en el siglo II.
Fue quien dijo ser
A la luz de las evidencias es muy difícil concluir que Jesús fuera un mentiroso o un lunático. La única otra alternativa es que fue, y es, quien dijo ser: el Cristo, el Hijo de Dios, Dios mismo hecho carne.
El asunto con estas tres alternativas no está en que sean posibles. Más bien la cuestión es: «¿cuál es la más probable?». Nuestra decisión acerca de Jesús debe ser más que un pasivo ejercicio intelectual. Sin duda alguna, la evidencia está en favor de Jesús como el Señor. ¿Quién fue Jesús? ¿Fue un mentiroso, un lunático o el Señor? Ésta es la pregunta más importante que toda persona debe responder.
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Fuentes:
1. Josh McDowell, Más que un carpintero, Editorial Unilit, 2012, pp.55-59. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
2. Josué Ferrer, ¿Por qué dejé de ser ateo?, Editorial Dinámica, 2009, pp.115-168. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
3. Michael Green y Gordon Carkner, Diez mitos sobre el cristianismo, Editorial Unilit, 1990, pp. 1-25. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
4. C. S. Lewis, Mero Cristianismo, Editorial Macmillan Publishing Co, 1952, pp.55–56. CONSIGUE EL LIBRO AQUÍ
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