top of page
Foto del escritorEric Mansilla

María: la construcción de un mito - Parte III - SUS HIJOS E HIJAS

Esta es la tercera parte de María: la construcción de un mito, una miniserie sobre los puntos más importantes de la Mariología católica apostólica romana.

Los hermanos de Jesús se mencionan varias veces en los textos bíblicos. En Mateo 12:46, Lucas 8:19 y Marcos 3:31, se relata que su madre y sus hermanos fueron a verlo. La Biblia especifica que Jesús tuvo cuatro hermanos: Santiago, José, Simón y Judas (Mateo 13:55), y también menciona que tuvo hermanas, aunque no se da el número ni los nombres de ellas (Mateo 13:56). En Juan 7:1-10, se narra cómo sus hermanos asistieron a un festival mientras Jesús permaneció en Galilea. En Hechos 1:14, tanto su madre como sus hermanos son mencionados orando junto a los discípulos. Posteriormente, en Gálatas 1:19, se señala que Santiago era hermano de Jesús. La interpretación más clara de estos pasajes sugiere que Jesús tuvo hermanos biológicos, hijos de la misma madre.


Sin embargo, la controversia es clara. Establecer con exactitud el tipo de parentesco que implica el término «hermanos» ha provocado históricamente una serie de polémicas cuya base y -punto de partida- son más teológicos y dogmáticos que propiamente históricos. Resulta por ello de especial importancia saber cómo vieron el tema en la antigüedad diversos autores.


"Cuando José despertó, hizo como el ángel del Señor le había ordenado y recibió a María por esposa, pero no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que nació su hijo; y José le puso por nombre Jesús". Mateo 1:24-25

Fuentes bíblicas

Si la Iglesia Católica y otras que impulsan el culto de María no han tenido ningún pudor en crearle una familia ficticia a Jesucristo, no es menos cierto que lo han hecho al tiempo que le privaban de la suya propia. El Nuevo Testamento indica que Jesús tuvo cuatro hermanos llamados Santiago (o Jacobo), José, Simón y Judas (Mateo 13:55; Mareos 6:3) y al menos dos Hermanas. De estos hermanos sabemos que no creían en él al principio de su ministerio (Juan 7:5) y, es muy posible, que esa fue la razón por la que Jesús, de forma temporal, no quiso que su madre María quedara al cuidado de ellos y prefirió encomendarla a su discípulo Juan. Después de la resurrección de Jesús, tal circunstancia cambió radicalmente. Sabemos que Jesús se apareció a su hermano Santiago (1 Corintios 15:7) y, posiblemente, tal hecho ayudó a la conversión de todos, porque en Pentecostés ya formaban parte, junto con María, de la primera congregación cristiana (Hechos 1:14). En los años siguientes, sabemos que Santiago fue una de las columnas de la iglesia de Jerusalén (Gálatas 2:9) y que los otros hermanos desarrollaron una actividad de tipo misionera en la que eran acompañados por sus esposas (1 Corintios 9:5). Sólo del testimonio del Nuevo Testamento—que es corroborado por otras fuentes históricas—resulta obvio que Jesús tuvo hermanos y hermanas.

Fuentes históricas extra bíblicas

El historiador judío Flavio Josefo entendió sin duda alguna en el siglo I que los hermanos de Jesús no eran primos -como, generalmente, ha venido interpretando la Iglesia Católica- sino hermanos carnales. Así nos habla de Santiago, el «hermano de Jesús, llamado Cristo» (Antigüedades XX, 200). De hecho, de esta forma ha sido comprendido posteriormente el término «adelfós» con el que se califica a los hermanos de Jesús por los autores judíos. De acuerdo al testimonio del judaísmo de los primeros siglos, los hermanos de Jesús eran, precisamente eso, «hermanos» y no primos o parientes.


La misma opinión la tuvieron también los Padres de la Iglesia, como Hegesipo, Tertuliano o Juan Crisóstomo que consideraban a Santiago como hermano de Jesús e hijo de María.


Hegesipo, escribiendo alrededor del año 160, aunque su obra se ha perdido, el historiador Eusebio de Cesarea, en su Historia Eclesiástica, ha conservado algunos fragmentos. En el libro III, capítulo 22, Eusebio recoge un pasaje de Hegesipo que dice:


"...igualmente Simeón fue el segundo, tras Santiago, el hermano (adelphós) del Señor, en tener el cargo superior en la iglesia de Jerusalén."

Más adelante, en el capítulo IV, versículo 22, Hegesipo menciona de manera más precisa a un "primo" de Jesús:


"Después de que Santiago el Justo sufriera el martirio, acusado de los mismos cargos que Jesús, Simeón, el hijo de su tío paterno (theîos) Clopas, fue nombrado segundo obispo de Jerusalén al ver que era el primo (anepsiós) del Señor."

Nótese la diferencia entre adelphós y anepsiós. Para la Iglesia antigua, por lo tanto, la distinción entre "hermano" y "primo" de Jesús era clara. En el capítulo 20 del libro III, Hegesipo señala también que en tiempos de Domiciano aún vivían los nietos de Judas, hermano (adelphós) del Señor "según la carne":


"En aquel tiempo sobrevivían algunos nietos de Judas, el denominado hermano (adelphós) del Señor según la carne, que fueron delatados (ante el Emperador) como miembros de la familia de David. Un oficial los llevó ante el César Domiciano porque éste, como Herodes, tenía miedo ante la venida de Cristo."

Un poco más adelante, hacia el año 220, en pleno siglo III, Tertuliano, un teólogo de gran renombre y conocido por su inclinación hacia el ascetismo, aborda el tema de los hermanos de Jesús con una claridad sencilla. Tertuliano, un cristiano severo del siglo II y principios del III, no solo aborda la cuestión de María y los hermanos de Jesús en concordancia con los textos bíblicos, sino que expresa con total naturalidad la opinión común dentro de su comunidad cristiana. Afirma que los hermanos de Jesús eran, de hecho, efectivamente hermanos de madre en el sentido más estricto. En su refutación al hereje Marción, quien utilizaba el pasaje de Marcos 3:31-35 para negar la humanidad de Jesús, Tertuliano escribe:

"Nosotros por el contrario decimos en primer lugar que no le podían anunciar a Jesús que fuera estaban su madre y sus hermanos, si es que no los tenía..., y con toda verdad su madre y sus hermanos estaban fuera…" (Contra Marción, IV 19).

En otro escrito, Sobre la carne de Cristo, refiriéndose al mismo pasaje del Evangelio de Marcos y discutiendo contra Apeles, un discípulo de Marción, Tertuliano señala:


"Esas palabras no contradicen la verdad de la humanidad de Jesús. Nadie le habría dicho que su madre y sus hermanos estaban fuera si no hubiese sido verdad que lo estaban realmente... Todos nacemos, pero no todos tenemos hermanos y madre... los hermanos del Señor no creyeron en él... y no está demostrado que su madre fuese discípula suya... [...] Aunque era virgen cuando concibió, fue mujer cuando dio a luz". De la carne de Cristo, 7 y 23

La interpretación de "los hermanos de Jesús" como una fraternidad literal, es decir, hermanos carnales, se refuerza por otros textos de Tertuliano, quien además sugiere que María dejó de ser virgen tras el nacimiento de Jesús:


"Dos protectores tenemos de la santidad cristiana: la monogamia y la continencia. Como virgen, ciertamente María dio a luz a Cristo reservando su matrimonio, es decir, su unión carnal con José, para después del parto de Jesús; de modo que quedaran verificados los dos títulos de santidad: virgen y luego madre y esposa de un solo varón". Sobre la monogamia, 8

Tertuliano también lo deja claro en su obra Sobre el velo de las vírgenes, cuando comenta el saludo de Isabel: "Bendita tú entre las mujeres" (Lc 1,42), explicando que fue llamada "mujer" y no "virgen" debido a su matrimonio con José, lo que implica que tras el nacimiento de Jesús llevó una vida matrimonial normal.


El idioma

Como Padres de la Igleisa, tanto Hegesipo o Tertuliano, así como los autores del Nuevo Testamento, escribían en griego y empleaba dos términos distintos, diferenciando claramente entre "primo" (anepsiós) y "hermano carnal" (adelphós). Para ellos «adelphós» y «adelphé» también significaban «hermano» y «hermana» e interpretaban que los así llamados en los Evangelios y Hechos no eran sino hermanos camales de Jesús e hijos de María.


Para pensarlo, partían del hecho de que el griego era, en algún caso, su lengua natal. Sabían, por lo tanto, que si se hubiera tratado de parientes, y no hermanos, los evangelios hubieran utilizado la palabra «synguenis» (Lucas 14:12). Si, por el contrario, hubiesen sido primos, el término adecuado habría sido «anepsíos» (Colosenses 4:10). Por lo tanto, visto desde la perspectiva de la lengua griega, el contexto judío de los primeros siglos, y de algunos de los primeros Padres de la Iglesia, la interpretación sólo puede ser una: eran hermanos carnales.


Por otra parte, resulta difícil de creer que Pablo, Lucas, Marcos, Mateo y Juan, escribiendo en griego y para un público en buena medida helénico, utilizaran la palabra «adelphós» para referirse a Santiago y los demás hermanos de Jesús proporcionándole un significado distinto del más usual en esa lengua y más cuando contaban con términos específicos para «primos» (anepsiós) o «parientes» (synguenis). Resulta también inverosímil que teólogos de la talla de Tertuliano creyeran que los hermanos de Jesús eran hijos carnales de María, si tal creencia era negada por la generalidad de los primeros cristianos.


En realidad, desde sus inicios tan poco consistente debió resultar el argumento lingüístico a los defensores de la virginidad perpetua de María que, no fue sino hasta el siglo cuarto, que Jerónimo (y en eso sería seguido posteriormente por algunas iglesias orientales) señaló que, en efecto, los hermanos de Jesús eran realmente hermanos de él, pero los relegó a hermanos carnales de un matrimonio anterior de José. Por desgracia para Jerónimo, no hay ningún rastro de una interpretación como la suya en los tres primeros siglos.

Últimas palabras

No existe una razón bíblica para creer que estos hermanos sean otra cosa que los mismos hijos de José y María. Aquellos que se oponen a la idea de que Jesús tuvo medios-hermanos y medias-hermanas, no lo concluyen de la lectura de las Escrituras, sino del concepto preconcebido de la perpetua virginidad de María, que es en sí mismo anti-bíblico Para el historiador que no se encuentre preocupado por defender un dogma asumido previamente, la virginidad perpetua de María, como es el caso de los autores católicos, la opción más natural es la de aceptar que los hermanos de Jesús lo fueron literalmente y que además eran hijos carnales de María con José. Por desgracia, el dogma católico —una vez más— ha ocultado la evidencia histórica y lingüística para edificar sobre terrenos mucho menos legítimos.


Fuentes:


SOBRE EL AUTOR

Eric Mansilla tiene 30 años, es productor audiovisual y es parte de la Iglesia Nueva Vida de San Francisco, Córdoba, Argentina. Además, sirve en el Ministerio de Jóvenes de dicha congregación, trabaja de manera freelance, y es admin de Defensio Fidei.










4 visualizaciones

Comments


Recibe todas
las entradas.

¡Gracias por tu mensaje!

logotipo df solo.jpg

¡Gracias por tu visita!

Párrafo. Haz clic aquí para agregar tu propio texto y editar. Aquí puedes contar tu historia y permitir que tus usuarios sepan más sobre ti.

bottom of page